Como decía en el texto en inglés (¡menos mal que no es una traducción...!), soy bastante perfeccionista, con lo bueno y malo que ello significa. Una persona perfecccionista puede ser "irreverente", como al comenzar su descripción con un "cómo decía...", pero nunca bajará de nivel para conformarse a la media, por más que eso le perjudique y, a veces, espante a los demás.

Ah, sí, soy traductora independiente, tengo la tan valorada certificación de la American Translators Association y me dedico a refunfuñar trabajando con agencias de traducción de los Estados Unidos desde hace 15 años.

Lo que sí me gusta decir, porque soy también idealista, es que si, como los yanquis, tuviera que hablar de mi "misión" en la Tierra, diría que mi misión es hacer feliz a la gente (además de a veces exasperarla...) Todo Norte tiene su Sur, pero mi brújula señala a la excelencia. Me encanta hacer las cosas bien, sobre todo para satisfacer a los demás. ¡Vaya usted a pedir más de un traductor! Sepa que con tal actitud puede esperar que la traducción de sus documentos, cartas de amor o demandas judiciales tendrán el significado y el sabor exactos que usted o su representante hayan querido darle. El traductor idealista y perfeccionista no sólo se conformará con "decir lo que dice ahí", sino que se esforzará por transmitir la misma intención que el autor y por conseguir la reacción deseada por éste (siempre y cuando "éste" se lo haga saber o ello se desprenda de forma evidente del texto en cuestión). En fin, que saldrá aquello una preciosura, dormirá menos el traductor y, con suerte, quedarán ambos felices con el producto y con el dinerillo intercambiado.